Ayer me llamaron a casa, cojí el teléfono y una voz de mujer con acento marrrcado me inquirió -¿la seññorra de la casa?
- Sí, soy yo -contesté intentando no alucinar demasiado con la pregunta.
Ella me explicó -¿le llamo de los laborratorrios cosméticos XXX? ¿le interresa que le inforrme sobre nuestrross prodrructos de belleza?
- No, gracias! -salio de mi boca.
-¿Cómo que no? Perrmítamee que le inforrme -dijo ella con un tono entre sorprendido y amable.
- No gracias! Me llamásteis hace un mes y ya os dije que no me interesa -dije tajantemente al recordar que hacía un mes, tras media hora escuchando las bondades de las cremas XXX, conseguí colgar sin herir los sentimientos de la interlocutora ni acabar con un ataque de nervios.
Ante mi respuesta, ella siguiendo su guión de venta telefónica pero falto de todo sentido común, contestó -Porr eso mismoo señorra tengo que inforrmarrle.
Tras esto, todavía atonita, mi mente ordenó a mi dedo índice colgar el teléfono...